Cuando decidí formarme como Tripulante de Cabina, no dude en ningún momento de hacerlo en Achac, llena de dudas e incertidumbres comencé un camino sin saber su final, en el encontré grandes personas, compañeros, instructores, y trabajadores dedicados en lo que hacen, solucionando aquellos problemas que se presentaban a lo largo del camino, para que nada se pudiera interponer ante el sueño de volar, la academia logró ser mi segundo hogar, y la recomiendo sin dudar. No fue un camino fácil, pero con dedicación, esfuerzo y perseverancia pude construir mi pista para alcanzar mi objetivo, así pude darme cuenta, que nada en la vida es imposible, solo se volverá imposible, algo que nunca intentemos hacer…